En los albores de la guerra y de los fratricidios que deambulan en el universo de la codicia y de las ambiciones más oscuras, el clamor del mundo sobrepasa la atmósfera rutilante de la ilusión del progreso y del bienestar, que busca adormecer las conciencias más serenas y reflexivas ante la evidencia actual de la barbarie.
Las últimas reuniones de los países más representativos y decisores en el planeta, como el G7, G20, o los cónclaves multilaterales, no han mostrado el mínimo interés por reorientar los cauces y la dirección que tiene el mundo desde hace mucho.
La voz de los mayores protagonistas de las catástrofes humanas que hoy vivimos, vinculados directamente con el abuso de la violencia y de sus crueles designios, emerge como portavoz de una civilización en agonía. Un nuevo orden mundial, una nueva hegemonía que ponga fin al monopolio occidental de las regulaciones y de los arbitrios globales.
¿Pero qué orden reclama la humanidad? ¿Cuál es la dirección que permita la emancipación del hombre?
Creo que, al margen de las ideologías y de las posiciones de geopolítica convencional, nuestro mundo requiere una urgente transformación de su estructura civilizacional.
En la última reunión de los países emergentes celebrada en Johannesburgo, en agosto de 2023, se trasluce el deseo de organizar una neo-aleación de países alrededor de los BRICS, con una nueva moneda y con la incorporación de otros países, la mayoría de ellos con gobiernos totalitarios y corruptos (Rusia, Arabia Saudita, Irán, Turquía), y con nuevos vínculos institucionales que cierren cualquier interferencia ajena a sus intereses geopolíticos.
Los gobiernos de Rusia y China esbozan un nuevo orden carente de principios democráticos, de valores humanistas, y sustentado en el poder de la violencia estructural y la producción masiva de armas. Un orden nuevo sin libertad para creer y soñar en un mundo digno para el hombre, un orden nuevo sin humanidad, sin justicia y sin verdad.
El principio racional nos convoca a concebir la utopía legítima de diseñar una nueva morfología en la humanidad, una transformación de la estructura de poder, para que este repose en los más débiles; una concepción diferente de la economía y de sus beneficios; recuperar unos valores que agonizan en el oscurantismo de la felonía mercantil capitalista. En otros términos, a devolverle a la humanidad el derecho de vivir con dignidad, de respetar la naturaleza creada, de ser beneficiarios del esfuerzo colectivo, de construir la paz y la justicia en cada acto.
Un nuevo orden en el que el ser humano construya su bienestar individual en la construcción del bien común. Espero que podamos despertar a tiempo antes del naufragio de la esperanza.
Por: Carlos Pachito Alvarado